sábado, 26 de junio de 2010

Mitos y Leyendas de la TVP (4)


Si no lo leo, no me entero.

Esta era la primera visita de Tizia a Buenos Aires, por eso ese día desayunamos en Puerto Madero, paseamos por el casco histórico de la ciudad, almorzamos en Palermo en el restaurante de Guido, fuimos a la Feria Internacional del Libro en el predio de la Rural y con la inercia del último paso volvimos a casa.

Anochecía y Norah Jones sonaba por lo bajo. Sobre la mesita ratona estaban apilados mis libros preferidos, los que tengo pendientes de lectura y, entre todos, los de terapia de vidas pasadas. Tizia se recostó en el sofá a leer mientras yo me duchaba.

Cuando volví al living, con su sensual tono caribeño me dijo: -Sabes chama, creo que no estoy preparada para esto de la terapia de vidas pasadas. Estuve hojeando el libro de tapas anaranjadas y cuando llegué al capítulo de la cesárea… No sé, no me quise enterar. Es que la niña nació por cesárea y es posible que mi próximo hijo también. No lo elijo yo, es que mi cuerpo es pequeñico y tú sabes…

En ese momento, estrenando compasión, le respondí que si sentía que no estaba preparada, que no lo leyera. Todo llega en su momento, ni antes ni después. Ya llegaría el día que le picara la curiosidad y quisiera enterarse.

Pasó el tiempo desde entonces, y no lo desaprovechamos. Cronos y Kairos se presentaron en nuestras vidas y allí estuvimos las dos, atentas a las oportunidades de crecer.

Si esta noche estuvieras aquí en Buenos Aires, compartiendo un buen Malbec te diría: -Cuidado amiga mía. Una cosa es que sientas que no estás preparada para enterarte de algunas cosas y otra es que utilices esa excusa para no enterarte.

Dicen que los avestruces esconden la cabeza debajo de la tierra, y ese, sin duda alguna es un muy buen mecanismo de defensa… para los avestruces!
Yo sé que enterarte trae consecuencias serias, porque implica hacerte cargo y decidir qué hacer con eso. Pero, la realidad, tanto la física como la sutil, están allí aunque no las enfrentes. Aunque cierres fuertemente tus ojos, los de la cara y los del alma. Aunque te niegues a leer.

Cuando estás embarazada, hay un alma anidando en tu útero. Ese alma oye todo lo que oís y siente todo lo que sentís. Se le hace muy difícil discernir o separar lo que le pertenece de lo que no le pertenece, si la felicidad que siente es de ella o es tuya. Si el cansancio o el agobio es de ella o es tuya, es que los campos energéticos en ese período se confunden en uno solo. El proceso de encarnación es extenso y algunas veces muy resistido por el alma que va a nacer. Afortunadamente vos tenés muchas herramientas al alcance de tu mano para poder ayudarla. Para darle amor, para llevarle tranquilidad a su corazón.

Fijate entonces, si es que no estás preparada o si es que preferís no darte por enterada. No hace falta que me lo digas, simplemente reconocé tus sentimientos.

Y si decidís leer el ibro y enterarte, te aseguro que no vas a estar sola. Somos millones de almas que estamos caminando este sendero de amor y de luz y aquí estamos para sostenerte.

Gaby Leoncini
Formada en Terapia de Vidas Pasadas
con José Luis Cabouli



Imagen:
No sé de quién es, por favor díganme si alguien lo sabe.

2 comentarios:

  1. Lety,me quedé con ganas de leer más, éste tema me interesa muchísimod esde hace años y he leído algo sobre ello porque me resuena dentro.
    Gracias por compartirlo!

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  2. verdad que provoca seguir leyendo??? no sólo por lo interesante del tema, sino por la forma tan mágica como ella lo muestra.

    Puedes buscar en la página de Caboulli, allí hay bastante información interesante.

    Besos y gracias a ti por pasar por la Cueva!!!

    Leticia.-

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